El cerebro siempre ha sido considerado como el misterioso órgano que nos gobierna. Sin embargo, hay muchos mitos alrededor de él. Ni es tan omnipotente como se creía ni tampoco conocemos tanto como pensábamos. En este artículo, te hablo de lo básico, es decir, de los cimientos de la compleja arquitectura de tu cerebro y, de hecho, del mío también. ¿Lista/o para adentrarte en el mundo de la neurociencia?
¿Qué hay dentro de tu cabeza?
Pregunta fácil, ¿verdad? A no ser que seas un mini Homer y tengas un mono tocando unos platillos… tendrás un cerebro.
En realidad, es una masa gelatinosa de aproximadamente un kilo y medio, de un color grisáceo y rosáceo. Además, es un trabajador incansable, no para nunca y se encuentra en constante cambio. ¿Con qué objetivo? Mantenerte viva/o y conectado con tu interior/exterior. No creas que trabaja solo, está conectado a todo tu cuerpo, mente y al medio ambiente, los cuales se van enviando información entre ellos para asegurarse de que todo va correctamente. No obstante, no pienses que es perfecto, se ha ido construyendo a lo largo de los años, concretamente 500 millones de años y sigue moldeándose en la actualidad en función de tus necesidades. Es más, hay una gran diversidad, cada cerebro es particular. ¡Qué maravilla! ¿no?
Tu cerebro dividido en zonas
Te cuento esto para simplificar la comprensión de tu cerebro, no obstante, ten en cuenta que hay muchas más zonas y funciones especializadas. El cerebro es mucho mucho más complejo y nos queda mucho por conocer.
El cerebro se puede dividir en hemisferio izquierdo y derecho.
Dichos hemisferios se subdividen en lóbulos, estando cada uno de ellos caracterizados por el desarrollo de ciertas funciones. Te citaré la función más característica ya que hay muchas… Hay 4 lóbulos:
1)El lóbulo frontal: se encarga de la planificación, responsable de los procesos complejos cognitivos, es decir, las tareas más complejas como por ejemplo dar una charla o hacer una ecuación.
2) El lóbulo temporal: maneja la comprensión del habla, lenguaje auditivo y el reconocimiento de rostros. Los músicos cuando crean grandes obras entrenan mucho esta zona.
3) El lóbulo occipital: es responsable de las capacidades visuales. Los críticos de arte hacen uso de esta parte al analizar un cuadro de Picasso.
4) El lóbulo parietal: se centra en la lógica matemática y la percepción. Por tanto, si eres ingeniera/o este lóbulo lo tendrás entrenado.
No olvides que tu cerebro es mucho más complejo, dichos lóbulos están interconectados y cuando lees o hablas utilizas varios lóbulos.
¿Sabías que en tu cerebro hay un maravilloso bosque celular?
Te estoy hablando de las famosas neuronas y células gliales. Una neurona es una célula del sistema nervioso central que posee la capacidad de recibir y decodificar información en forma de señales eléctricas y químicas, transmitiéndolas a otras células. Las células gliales son las células que controlan la supervivencia de las neuronas. Hay muchas, de hecho, por cada neurona hay 10 células gliales… teniendo en cuenta que hay 100.000 millones neuronas, ¡imagínate! A esto le añadimos los vasos sanguíneos y las cubiertas protectoras…es una magnífica obra de arte. Lo puedes comparar a un árbol ya que la raíz sería el axón, las hojas se asemejan a las dendritas y la glia los minerales que permiten que sobreviva el árbol.
¿Cómo se comunican las neuronas?
Cuando se «hablan» las neuronas hablamos de sinapsis (significa contacto en griego). Hay unos 30.000/ 40.000 contactos, ¡alucinante! ¿verdad? Estas conexiones sirven para que la información tanto del interior como del exterior se transmita. En un principio es eléctrica, pero, al llegar a los puntos de contacto es química y aparecen los conocidos neurotransmisores.
Hasta aquí, el primer viaje por la neurociencia. Has podido aprender los conceptos importantes, no obstante, como has podido comprobar, hay todo un maravilloso mundo detrás de cada concepto. Poco a poco te lo iré descubriendo.
Te mando un abrazo enorme,
Andrea M.P.
Alguien podría preguntarse cómo un montón de células enmarañadas unas con otras puede dar lugar a un ser vivo que piensa y siente, que llora y ríe y con ello levanta la mirada hacia el infinito universo y se pregunta por el sentido de su existencia, Francisco Mora.